Este post, le entristezca a quien le entristezca,
va dedicado a mi abuelita que está en el cielo.
Mañana, como es costumbre en nuestro país, se
celebra el Día de los Fieles Difuntos y casi 2 años después, todavía me cuesta
decir que te iré a visitar al cementerio. Sé que casi nunca voy para allá y la
razón es que, aunque no lo parezca, aun me cuesta hacerlo. Prefiero verte en
mis sueños donde sigues sonriendo y abrazándome como cuando era niña.
Todos los días te extraño. Se me hace raro ir a la
casa y no verte, aunque reacciono al instante y sé bien por qué no estás. Sin
embargo recuerdo claramente el último año que pasé ahí contigo y mi niña.
Gracias a ti y a tus cuidados pude sobrevivir mis primeros meses como mamá y mi
nena pudo gozar de tus cariñitos aunque sea por unos meses.
Gracias a ti que cuidabas mi dieta postparto y
preparabas comidas especiales solo para mi: el caldito de gallina criolla, la
olla llena de colada y el jugo de piña para producir leche, me cuidaste de que
no me diera sobreparto evitando que me moje bajo la lluvia, me enseñaste cómo
lavar biberones y envolver a mi enanita para que durmiera mejor… tantas cosas
que hiciste por mí en esos días cuando recién me estrenaba como mamá y todo era
un mundo nuevo.
Tú que más que abuela fuiste una madre para mí y sé
que me quisiste como hija y por tanto mi nena no era tu bisnieta sino tu nieta,
y seguramente, si hubieras tenido fuerzas, otra hija más. Aunque no la podías
cargar jugabas con ella mientras miraba todo desde su cunita con curiosidad, le
cantabas para hacerla dormir en la hamaca con la misma canción que le cantaste a todos tus nietos, la vigilabas al dormir mientras yo
iba a comer y cuando se despertaba a quien primero veía era a ti y sonreía.
Deberías verla como está hoy: tiene más de 2 años y
medio, corre, salta, canta y habla en lenguas y aunque dice pocas palabras se
hace entender lo que quiere. Tiene la sonrisa más hermosa del mundo y los
chorritos que me hubiera gustado tener a mí. La gente dice que nos parecemos,
pero cuando yo veo fotos mías de pequeña no le encuentro mucho parecido. Es una
niña feliz y lo único que me entristece de ella es que no te recuerda ni lo
hará, ya que ella tenía menos de un añito cuando te fuiste.
Y me pongo a pensar en ese último día que te vi.
Como todos los otros días que me iba a trabajar, dejé a la nena en tu casa con
la niñera y al despedirme de ti con un beso te dije lo mismo que le decía a mi
chiquita al dejarla: “pórtate bien y no hagas travesuritas”. Me sonreíste y
ahora que lo recuerdo, ese día tenías una sonrisa un poco débil. Imagino que ya
en ese momento estabas perdiendo la vista. Cuando regresé ya estabas en el
hospital y lo demás es otra historia.
No recuerdo si lo sabías, pero en ese entonces ya
estaba embarazada de mi segundo bebé. Apenas tenía 2 meses y no sabíamos si sería
niño o niña. Bueno, te cuento que fue el primer varoncito en la familia después
de 35 años. Me hubiera encantado que lo conozcas, que después de criar tantas
niñas recordaras como era tener un niño y me aconsejes y juegues con él como lo
hiciste con Eli.
Hoy mi Netito ya está a 2 semanas de cumplir un año
y es más travieso que su hermana. Me hubiera encantado que los veas a los dos
juntos, como juegan, se pelean y son tan cariñosos. Seguramente te hubieras reído
mucho viéndolos, y también te hubieras asustado bastante al ver las travesuras
que hacen con el peligro constante de que se machuquen los dedos o se caigan y
tantas cosas que pueden suceder cuando se tiene niños tan inquietos como los
míos.
Mañana te voy a ir a visitar al cementerio y llevaré
a mis bebés conmigo. Aunque aún no lo entienda le explicaré a Eli quién está
ahí, que es su Ata también (como te decíamos de cariño), y le contaré cómo la
cuidaste y la sigues cuidando desde el cielo. A Netito no le puedo explicar aún
porque ni siquiera se queda quieto cuando le quiero hablar, pero te prometo que
me aseguraré que sepa lo especial que eres para mí y como, gracias a ti,
sobreviví mis primeros días como madre.
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