jueves, 9 de mayo de 2019

¿Y el tercero pa' cuando?

Este mes tuve un retraso de cinco días en la regla, algo un poco fuera de lo común ya que normalmente no se me retrasa más de tres días. Inevitablemente empecé a pensar en un nuevo embarazo y todas las implicaciones positivas y negativas de éste.

Tengo más de 30 años y dos hijos en crecimiento... no tengo casa propia, sólo dependemos de mi sueldo en trabajo de oficina, y mi esposo es quien se encarga del cuidado de los niños. ¿Es un buen momento para traer otra vida más al mundo?

Durante estos cinco días estuve en un vaivén emocional (que se lo adjudiqué a la locura hormonal) que me tenía entre ilusionada y feliz por tener otro bebé, pero también me estresaba pensar que después de 6 años de la última vez que tuve un bebé en mis brazos, tendría que retomar el trabajo de biberones, pañales, malas noches, etc. No sé si estaré lista alguna vez para hacer esto de nuevo.

De nuevo... ¡Pero si ya lo hice dos veces! ¿Cómo puedo decir que no estoy lista? 

No es cierto. Tengo miedo.

Miedo a un nuevo embarazo, a perder otra vez la figura que tanto me costó recuperar (por muy egoísta que suene), a dejar la vida a la que me he acostumbrado y me gusta, a una nueva cesárea (¿o será que esta vez si podré parir?), a cómo lo tomarán mis hijos (seguramente felices ya que varias veces me han pedido un hermano más), cómo lo tomará mi familia (seguramente se alarmen o me miren mal por haberme atrevido a procrear nuevamente), si la situación económica me permitirá encargarme de 3 niños... ¡hay tanto que asusta!

Pero recuerdo el dulce olorcito de los bebés. Y se me pasa.

A veces me pongo a ver fotos de mis hijos cuando eran bebés y pienso en el tiempo que por trabajo no pude pasar con ellos. Es una culpa que nunca se va a ir. Yo empecé a trabajar cuando mi Ely tenía apenas 8 meses, y cuando tuve a Neto ya trabajaba para una empresa y lo dejé chiquito de apenas 3 meses. Ese tiempo nadie me lo va a devolver, y aunque regresara a casa todas las tardes y noches, no es lo mismo que disfrutar día a día con tu bebé, amamantarlo a libre demanda con tranquilidad, jugar y dormir con él (no es lo mismo cuando llegas cansada del trabajo), no estar pensando en si la niñera de turno era buena con ellos.

Hay muchas cosas de mi vida que si las volviera a vivir, cambiaría. ¿Pensar en traer otro bebé al mundo para pasar por la misma situación? No. Siempre pensé que si tenía más hijos, lo haría cuando no esté trabajando o lo esté haciendo como profesional independiente, precisamente para evitar dejarlos tanto tiempo como lo hice con los primeros. Sin embargo, este es un requisito que aún no puedo cumplir.

Y así pasé cinco días: ilusionandome, desanimándome, soñando con mi bebito en brazos, preocupándome, sorteando nombres, aterrandome con la idea de ir otra vez a un hospital... y así un sin fin de altos y bajos emocionales...

... Para que hoy me llegara la regla... y yo me ponga a llorar.

Mi esposo me abrazó cuando se lo dije. Él supo del retraso desde el día uno y estaba en las mismas que yo: feliz y preocupado a la vez. Y aunque fue una pequeña decepción que este mes no esté embarazada, también fue un pequeño alivio. 

Sí, queremos hacerlo, pero queremos hacerlo bien. Sabemos que el momento ideal no se va a dar, pero por ahora lo dejaremos en pausa y seguiremos con los proyectos que tenemos en mente. Y si, en cualquier momento, una nueva almita quiere llegar a mi hogar, será más que bienvenido. Como debe ser.

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